La Fe... Nuestra fuerza para vivir...

El fruto del silencio es la oración. El fruto de la oración es la fe. El fruto de la fe es el amor. El fruto del amor es el servicio. El fruto del servicio es la paz. (Madre Teresa de Calcuta)
La fe se refiere a cosas que no se ven, y la esperanza, a cosas que no están al alcance de la mano. (Santo Tomás de Aquino)
La fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve"

jueves, 17 de octubre de 2013

MEMORIA DE SAN IGNACIO DE ANTIOQUÍA, OBISPO Y MÁRTIR

ESTOY CLAVADO CON CRISTO EN LA CRUZ;
YA NO SOY YO QUIEN VIVE,
SINO QUE ES CRISTO QUIEN VIVE EN MÍ;
VIVO EN LA FE DEL HIJO DE DIOS QUE ME AMÓ
Y SE ENTREGÓ POR MÍ.

ALELUYA, ALELUYA.
Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie va al Padre, si no es por mí, dice el Señor.
Aleluya.

DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS (11, 47-54)

En aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos y doctores de la ley: “¡Ay de ustedes, que les construyen sepulcros a los profetas que los padres de ustedes asesinaron! Con eso dan a entender que están de acuerdo con lo que sus padres hicieron, pues ellos los mataron y ustedes les construyen el sepulcro.

Por eso dijo la sabiduría de Dios: Yo les mandaré profetas y apóstoles, y los matarán y los perseguirán, para que así se le pida cuentas a esta generación de la sangre de todos los profetas que ha sido derramada desde la creación del mundo, desde la sangre de Abel  hasta la de Zacarías, que fue asesinado entre el atrio y el altar. Sí, se lo repito: a esta generación se le pedirán cuentas.

¡Ay de ustedes, doctores de la ley, porque han guardado la llave de la puerta del saber! Ustedes no han entrado, y a los que iban a entrar les han cerrado el paso”.

Luego que Jesús salió de allí, los escribas y fariseos comenzaron a acosarlo terriblemente con muchas preguntas y a ponerle trampas para ver si podían acusarlo con alguna de sus propias palabras.

Palabra del Señor.

ORACIÓN

Dios eterno y todopoderoso, que has querido glorificar a tu Iglesia con el testimonio de los mártires, concédenos que el glorioso martirio que mereció a san Ignacio una corona inmortal, fortalezca cada vez más nuestra fe. Por Jesucristo nuestro Señor.

Amén.

PERDÓNANOS, SEÑOR, Y VIVIREMOS




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