La Fe... Nuestra fuerza para vivir...

El fruto del silencio es la oración. El fruto de la oración es la fe. El fruto de la fe es el amor. El fruto del amor es el servicio. El fruto del servicio es la paz. (Madre Teresa de Calcuta)
La fe se refiere a cosas que no se ven, y la esperanza, a cosas que no están al alcance de la mano. (Santo Tomás de Aquino)
La fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve"

jueves, 4 de octubre de 2012

"SEÑOR, HAZME INSTRUMENTO DE TU PAZ"

"SEÑOR, HAZME INSTRUMENTO DE TU PAZ"

La oración "simple" que san Francisco nunca escribió

El secreto de un éxito tan grande se debe, sobre todo en la atribución a San Francisco, pero también a la riqueza del contenido, junto con su sencillez; y es precisamente el contenido y el título original: Invocación al Sagrado Corazón, lo que permite atribuir su composición a un autor de no más allá de principios del siglo XX.

Fuente de inspiración pudo haber sido la siguiente fórmula de consagración al Sagrado Corazón, promulgada por León XIII en el 1899, y recomendada por San Pío X en el 1905 para ser recitada cada año:

"Sé el rey de los que viven en el error, o que la discordia ha separado de ti; llévalos al puerto de la verdad y a la unidad de la fe, para que no haya más que un único pastor. Sé el rey de todos los que viven en las viejas supersticiones populares, no te resistas a atraerlos da de las tinieblas a la luz y al reino de Dios. Concede, Señor, a tu Iglesia una libertad segura y sin obstáculos, concede a todos los pueblos el orden y la paz". 

Tenía razón, de todos modos, el P. Etienne de París cuando encontraba en esta oración anónima cierta concordancia con el espíritu y el estilo franciscano. Para comprobarlo es suficiente leer, por ejemplo, la Admonición 28 de San Francisco, escrita a modo de estribillo: 

Donde hay amor y sabiduría, allí no hay temor ni ignorancia. 

Donde hay paciencia y humildad, allí no hay ira ni turbación. 
Donde hay pobreza con alegría, allí no hay ambición ni avaricia. 
Donde hay quietud y meditación, allí no hay preocupación ni disipación. 
Donde está el temor de Dios guardando la casa, 
allí el enemigo no puede encontrar la puerta de entrada. 
Donde hay misericordia y discreción, allí no hay soberbia ni dureza. 


O, mejor aún, los siguientes "Dichos" del beato Gil de Asís, tercer compañero del santo: 

Dichoso el que ama y no desea, en cambio, ser amado.

Dichoso el que teme y no desea, en cambio, ser temido.
Dichoso el que sirve, y no desea ser servido.
Dichoso el que se comporta bien con los demás, 
y no desea que los demás se comporten bien con él. 
Pero estas cosas son grandes, y los necios no logran entenderlas.


Esto es lo que hace que la oración sea considerada por muchos franciscana, y aunque sea un error atribuirla a San Francisco de Asís, seguramente a él no le hubiese importado firmarla.

ORACIÓN SIMPLE

Señor, haz de mi un instrumento de tu paz. 
Que allá donde hay odio, yo ponga el amor. 
Que allá donde hay ofensa, yo ponga el perdón. 
Que allá donde hay discordia, yo ponga la unión. 
Que allá donde hay error, yo ponga la verdad. 
Que allá donde hay duda, yo ponga la Fe. 
Que allá donde desesperación, yo ponga la esperanza. 
Que allá donde hay tinieblas, yo ponga la luz. 
Que allá donde hay tristeza, yo ponga la alegría. 
Oh Señor, que yo no busque tanto 
ser consolado, cuanto consolar, 
ser comprendido, cuanto comprender, 
ser amado, cuanto amar. 
Porque es dándose como se recibe, 
es olvidándose de sí mismo como uno se encuentra a sí mismo, 
es perdonando, como se es perdonado, 
es muriendo como se resucita a la vida eterna.


(Autor anónimo. Traducción del texto original francés).

Tomado de: La Web de S. Francisco y los Franciscanos 

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