LOS
JUSTOS CRECERÁN COMO PALMERAS
Jesús predicaba el Evangelio del Reino y
curaba
toda clase de enfermedades en el pueblo. Aleluya.
DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS (1, 40-45)
En aquel tiempo, se le acercó a
Jesús un leproso para suplicarle de rodillas: “Si tú quieres, puedes curarme”. Jesús
se compadeció de él, y extendiendo la mano, lo tocó y le dijo: “¡Sí quiero:
sana!” Inmediatamente se le quitó la lepra y quedó limpio.
Al despedirlo, Jesús le mandó
con severidad: “No se lo cuentes a nadie; pero para que conste, ve a
presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo prescrito por Moisés”.
Pero aquel hombre comenzó a
divulgar tanto el hecho, que Jesús no podía ya entrar abiertamente en la ciudad,
sino que se quedaba fuera, en lugares solitarios, a donde acudían a él de todas
partes.
Palabra del Señor.
ORACIÓN
Dios nuestro, que concediste a
san Antonio abad, dejar por tu amor cuanto tenía para servirte heroicamente en
el desierto, otórganos, por sus méritos, superar nuestro egoísmo y amarte a ti
sobre todas las cosas. Por Jesucristo nuestro Señor.
Amén.
SEÑOR, QUE NO SEAMOS SORDOS A TU VOZ
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