SEÑOR,
NO ME ABANDONES, NO TE ME ALEJES, DIOS MÍO.
VEN
DE PRISA A SOCORRERME, SEÑOR, MI SALVADOR.
ALELUYA, ALELUYA.
Tanto amó Dios al mundo, que le entregó a su Hijo único, para que todo
el que crea en él, tenga vida eterna.
Aleluya.
DEL
SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS (19,
1-10)
En aquel tiempo, Jesús entró en Jericó, y al ir
atravesando la ciudad, sucedió que un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos
y rico, trataba de conocer a Jesús; pero la gente se lo impedía, porque Zaqueo era
de baja estatura. Entonces corrió y se subió a un árbol para verlo cuando
pasara por ahí. Al llegar a ese lugar, Jesús levantó los ojos y le dijo:
“Zaqueo, bájate pronto, porque hoy tengo que hospedarme en tu casa”.
El bajó enseguida y lo recibió muy contento. Al ver esto,
comenzaron todos a murmurar diciendo: “Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador”.
Zaqueo, poniéndose de pie, dijo a Jesús: “Mira,
Señor, voy a dar a los pobres la mitad de mis bienes, y si he defraudado a alguien,
le restituiré cuatro veces más”. Jesús le dijo: “Hoy ha llegado la salvación a
esta casa, porque también él es hijo de Abraham, y el Hijo del hombre ha venido
a buscar y a salvar lo que se había perdido”.
Palabra del Señor.
ORACIÓN
Dios omnipotente y
misericordioso, de cuya mano proviene el don de servirte y de alabarte,
ayúdanos a vencer en esta vida cuanto pueda separarnos de ti. Por Jesucristo nuestro
Señor.
Amén.
BENDECIRÉ
AL SEÑOR ETERNAMENTE
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