"SEÑOR, HAZME INSTRUMENTO DE TU PAZ"
La oración "simple" que san Francisco nunca escribió

Fuente de inspiración pudo
haber sido la siguiente fórmula de consagración al Sagrado Corazón, promulgada
por León XIII en el 1899, y recomendada por San Pío X en el 1905 para ser recitada
cada año:

Tenía razón, de todos modos,
el P. Etienne de París cuando encontraba en esta oración anónima cierta
concordancia con el espíritu y el estilo franciscano. Para comprobarlo es
suficiente leer, por ejemplo, la Admonición 28 de San Francisco, escrita a modo
de estribillo:
Donde hay amor y
sabiduría, allí no hay temor ni ignorancia.
Donde hay paciencia y humildad, allí no hay ira ni turbación.
Donde hay pobreza con alegría, allí no hay ambición ni avaricia.
Donde hay quietud y meditación, allí no hay preocupación ni disipación.
Donde está el temor de Dios guardando la casa,
allí el enemigo no puede
encontrar la puerta de entrada.
Donde hay misericordia y discreción, allí no hay soberbia ni dureza.
O, mejor aún, los siguientes
"Dichos" del beato Gil de Asís, tercer compañero del santo:
Dichoso el que ama
y no desea, en cambio, ser amado.
Dichoso el que teme y no desea, en cambio, ser temido.
Dichoso el que sirve, y no desea ser servido.
Dichoso el que se comporta bien con los demás,
y no desea que los demás se comporten bien con él.
Pero estas cosas son grandes, y los necios no logran entenderlas.
Esto es lo que hace que la
oración sea considerada por muchos franciscana, y aunque sea un error
atribuirla a San Francisco de Asís, seguramente a él no le hubiese importado
firmarla.
ORACIÓN SIMPLE
Señor, haz de mi un instrumento de tu paz.
Que allá donde hay odio, yo ponga el amor.
Que allá donde hay ofensa, yo ponga el perdón.
Que allá donde hay discordia, yo ponga la unión.
Que allá donde hay error, yo ponga la verdad.
Que allá donde hay duda, yo ponga la Fe.
Que allá donde desesperación, yo ponga la esperanza.
Que allá donde hay tinieblas, yo ponga la luz.
Que allá donde hay tristeza, yo ponga la alegría.
Oh Señor, que yo no busque tanto
ser consolado, cuanto consolar,
ser comprendido, cuanto comprender,
ser amado, cuanto amar.
Porque es dándose como se recibe,
es olvidándose de sí mismo como uno se encuentra a sí mismo,
es perdonando, como se es perdonado,
es muriendo como se resucita a la vida eterna.
(Autor anónimo. Traducción del
texto original francés).
Tomado de: La Web de S. Francisco y los Franciscanos
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