Tus palabras, Señor, son espíritu y vida. Tú tienes palabras
de vida eterna. Aleluya.
Del Santo Evangelio según San
Juan (6, 55. 60-69)
En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: “Mi carne es verdadera
comida y mi sangre es verdadera bebida”. Al oír sus palabras, muchos discípulos
de Jesús dijeron: “Este modo de hablar es intolerable, ¿quién puede admitir eso?”
Dándose cuenta Jesús de que sus discípulos murmuraban, les
dijo: “¿Esto los escandaliza? ¿Qué sería si vieran al Hijo del hombre subir a
donde estaba antes? El Espíritu es quien da la vida; la carne para nada
aprovecha. Las palabras que les he dicho son espíritu y vida, y a pesar de
esto, algunos de ustedes no creen”. (En efecto, Jesús sabía desde el principio
quiénes no creían y quién lo habría de traicionar). Después añadió: “Por eso
les he dicho que nadie puede venir a mí, si el Padre no se lo concede”.
Desde entonces, muchos de sus discípulos se echaron para atrás
y ya no querían andar con Él. Entonces Jesús les dijo a los Doce: “¿También
ustedes quieren dejarme?” Simón Pedro le respondió: “Señor, ¿a quién iremos? Tú
tienes palabras de vida eterna; y nosotros creemos y sabemos que tú eres el
Santo de Dios”.
Palabra del Señor.
Dios nuestro, Tú que puedes darnos un mismo querer y un
mismo sentir, concédenos a todos amar lo que nos mandas y anhelar lo que nos
prometes para que, en medio de las preocupaciones de esta vida, pueda encontrar
nuestro corazón la felicidad verdadera. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
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