NUESTRA SEÑORA DE LA MERCED
MARÍA MADRE DE DIOS DE LA MERCED
Celebramos hoy la última de las festividades marianas en el mes de septiembre, celebramos hoy a la Santísima Virgen María en su advocación de Nuestra Señora de La Merced, patrona de los cautivos y los presos.

En el año 1696, el papa
Inocencio XII extendió la fiesta de la Virgen de la Merced a toda la Iglesia, y fijó su fecha el 24 de septiembre. Pero a
raíz de la reforma litúrgica del concilio Vaticano II, en el año 1969 la fiesta se suprimió del
calendario universal.
San Pedro
Nolasco, inspirado por
la Santísima Virgen, funda una orden dedicada a la merced (obras
de misericordia). Su misión particular era la misericordia para con los
cristianos cautivos en manos de los musulmanes. Muchos miembros de la orden
canjearon sus vidas por la de presos y esclavos. San Pedro fue apoyado en tan
extraordinaria empresa por el Rey Jaime I de Aragón. San Pedro Nolasco y
sus frailes eran muy devotos de la Virgen María, tomándola como patrona y guía.
Su espiritualidad se fundamenta en Jesús el liberador de la humanidad y en
la Santísima Virgen, la Madre liberadora e ideal de la persona libre.
Los mercedarios querían ser caballeros de la Virgen María al servicio de su
obra redentora. Por eso la honran como Madre de la Merced o Virgen
Redentora.
En el capítulo general de 1272, tras la muerte del fundador, los
frailes oficialmente toman el nombre de La Orden de Santa María de la
Merced, de la redención de los cautivos, pero son más conocidos como mercedarios. El Padre Antonio Quexal, siendo general de
la Merced en 1406, dice: "María es fundamento y cabeza de nuestra
orden". El Padre Gaver, en el 1400, relata como La Virgen llama a S. Pedro
Nolasco en el año 1218 y le revela su deseo de ser liberadora a través de una
orden dedicada a la liberación. Nolasco pide a Dios ayuda y, como signo
de la misericordia divina, le responde La Virgen María diciéndole que funde una
orden liberadora.

María: Yo soy María, aquella en cuyo vientre asumió la carne el
Hijo de Dios, tomándola de mi sangre purísima, para reconciliación del género
humano. Soy aquella a la que dijo Simeón. Cuando ofrecí mi Hijo en el templo: <<Mira
que éste ha sido puesto para ruina y resurrección de muchos en Israel; ha
sido puesto como signo de contradicción: y a ti misma una espada vendrá a
atravesarte por el alma>>.
Nolasco: ¡Oh Virgen María, madre de gracia, madre de misericordia!
¿Quién podrá creer (que tú me mandas)?
María: No dudes en nada, porque es voluntad de Dios que se funde
una orden de ese tipo en honor mío; será una orden cuyos hermanos y profesos, a
imitación de mi hijo Jesucristo, estarán puestos para ruina y redención de
muchos en Israel (es decir, entre los cristianos) y serán signo de contradicción
para muchos."
ORACIÓN
Virgen y Señora nuestra de la Merced,
a ti suplicamos que, mediante tu maternal intercesión ante tu hijo Jesucristo, nos alcances la verdadera libertad de los hijos de Dios y nos hagas libres de cualquier esclavitud, de modo que experimentemos en nosotros la alegría de la salvación. Amén
Virgen y Señora nuestra de la Merced,
a ti suplicamos que, mediante tu maternal intercesión ante tu hijo Jesucristo, nos alcances la verdadera libertad de los hijos de Dios y nos hagas libres de cualquier esclavitud, de modo que experimentemos en nosotros la alegría de la salvación. Amén

María, Merced de Dios, regalo de Cristo a los hombres. La Trinidad Santa te envió a Barcelona, mensajera de libertad y misericordia, para, por medio de Pedro Nolasco, mostrarte corredentora, mediadora, Madre de todos, ternura de Dios para los pobres.
Madre de la Merced, enséñanos a valorar nuestra fe cristiana, haznos
capaces de amar con caridad mercedaria, conviértenos en portadores de paz.
Que tus besos derritan la violencia que nos
envuelve, hasta que recuperemos, en tu regazo materno, la ilusión de familia,
transformado el mundo en un hogar.
Bendice esta ciudad tuya, que te proclama
patrona y princesa y gusta, enamorada, de llamarte madre.
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